sábado, 2 de octubre de 2010

Fracaso sindical, éxito civil.

"Fracaso sindical, éxito civil", el resultado del 29-S.

Si alguna conclusión podemos extraer de esta huelga es su rotundo y absoluto fracaso. Pese a que el aparato sindical ha intentado frenar por todos los medios a la sociedad civil con sus coacciones, chantajes y demás malas artes, éste no ha conseguido su objetivo: parar el país. Porque antes de la huelga se sabía que no iba a triunfar, pues el solo hecho del empleo de la fuerza deslegitimiza y elimina toda lógica en la actuación por la conquista de cualquier reivindicación. El ser -supuestamente- racional que utiliza la fuerza para que su movimiento triunfe no es más que un animal que pretende someter al resto a su yugo ilógico. Y esta última frase no es más que la síntesis de una de las principales bases sobre las que se sostienen los totalitarismos.


Sí, considero a todos los seres sindicales animales, pues no capaces de mediante la persuasión de hacer triunfar su reivindicación, utilizan cual ser irracional, la fuerza. Y sí, creo que los sindicatos que tenemos hogaño no son más que asociaciones que promueven valores poco o nada democráticos y garantes de la libertad de cada individuo.

Esto que pienso de manera constante no es que me lo invente, todo se ejemplariza a la perfección con las imágenes que hemos podido ver todos en los telediarios y periódicos. Los anti-sistema que asaltaron las tiendas de Barcelona, los liberados y delegados sindicales dedicados a la labor de paralizar las fábricas e impedir el acceso a sus centros a los que realmente trabajan, el totalitario que llamo ‘fascista’ y otros descalificativos a un señor que simplemente estaba oyendo EsRadio en su propio establecimiento… Miles de ejemplos que caricaturizan más que nunca lo que son los sindicatos y sus representantes. Criaturas que en definitiva se dedican a coaccionar los derechos de libertad de circulación, de libertad para poder trabajar y de libertad ideológica.

Pero reitero, que pese a todo esto, pese a todos los intentos de tratar de parar España, no han podido. No han podido con una sociedad civil cada vez más consciente de lo que está ocurriendo, de cuáles son las ideas que reprimen y cuáles son las otras que impulsan la libertad y el progreso.

Estamos hartos de que unos individuos que se hacen llamar así mismos los representantes de los trabajadores vivan a costa de los más débiles. Estamos empachados de ver los crecientes escándalos que se producen en el ambiente sindical, como que un señor que gana unos 3.500 euros tenga acceso a un doble-ático de VPO o como que haya liberados que únicamente se dediquen a vaguear y a vivir a costa del esfuerzo de sus propios compañeros.

La sociedad civil hemos expresado claramente nuestro descontento y ahora es cuando vienen las preguntas que deben responder nuestros políticos, ¿cuándo piensan poner fin a los privilegios de los sindicatos? ¿Cuándo se pondrán a trabajar en una nueva ley que prohíba expresamente la huelga como ocurre en los países más avanzados?. Estas preguntas, respuestas, significarían un aumento sustancial de nuestra imagen y credibilidad en el mundo ya que supondrían el fin de los privilegios sindicales y la prohibición del huelga y ello ahondaría en una sociedad en la que predominara el mérito y la lógica frente al ‘amiguismo’ y la violencia.

Sin duda un paso al frente que tarde o temprano tendremos que afrontar, pues la sociedad civil, la verdadera ganadora de esta huelga, lo demanda cada vez más y más.






Roberto Arranz

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