sábado, 30 de octubre de 2010

¿Y qué pasaría si los políticos exigirían para sí lo mismo que exigen para los demás?



¿Y qué pasaría si los políticos exigirían para sí lo mismo que exigen para los demás?

Quisiera compartir con todos vosotros una cosa que ciertamente me ha provocado la risa y a la par una reflexión profunda por su posible paralelismo en política. Leyendo uno de los tantos libros que de economía poseo, me topé con una explicación sobre la Ley de Competencia Desleal , que rápido me hizo imaginar y pensar sobre qué pasaría si se exigiera a los políticos para sí mismos lo mismo que exigen a terceros. Antes de nada os pongo el párrafo:


 "Algunos ejemplos son: actuar con engaño, omitiendo o falseando las características del producto; denigrar el producto o la imagen de otras empresas; entregar obsequios que comprometen al consumidor a comprar otros productos; aprovecharse indebidamente de las ventajas de la reputación adquirida por otros en el mercado […]"
Como podréis comprobar si esto mismo se trasladara a la política sería un conflicto sin lucha, una batalla sin sangre y otras miles de expresiones que vienen a significar algo totalmente sin sustancia. Antes de seguir, voy a realizar ese traslado de ese mismo párrafo de lo económico a lo político:

“Por su parte, la Ley de Competencia Política Desleal trata de impedir los comportamientos desleales de los partidos. Algunos ejemplos son: actuar con engaño, omitiendo o falseando las acciones negativas de su gestión; denigrar la gestión o la imagen de otros partidos; entregar subvenciones que comprometen al consumidor a comprar toda la ideología del partido, aprovecharse indebidamente de la buena gestión realizada por otros en el pasado[…]”

Creo que queda más patente lo hipócritas que son los políticos exigiendo ciertas cosas. Y que quede también claro que yo no estoy pidiendo esta ley para los políticos, ¡para nada!. Simplemente denuncio las excelsas exigencias y reglamentos absurdos que tienen que aguantar las empresas,  frenando de esta manera el desarrollo económico mientras que los políticos sí pueden ejercer libremente su tarea, algo que reitero aplaudo, pero que muestra como es de Farisea la clase política.

Porque al igual que en política, en economía (si estuviéramos en un verdadero sistema de libre mercado) si alguna empresa trata de engañar a los consumidores en su producto, ésta sería castigada por estos últimos ya que son los que tienen la voz y voto, y los que ponen a los que hacen bien las cosas arriba y a los que lo hacen mal abajo. Porque si tratan de aprovechar el prestigio de otros, los consumidores se fijaran en aquel que lo ha hecho bien  tanto en el pasado como en el presente y por tanto elegirán al mejor. Lo mismo ocurre en el resto de casos.

La libertad es la persecución constante de la excelencia, y si se trata de coartar siempre siempre siempre volvemos a una sociedad donde el progreso se ve cortado. Por tanto, ¿por qué los políticos no dan la libertad de la que ellos gozan? ¿Por qué?. La respuesta es tan simple como la pregunta: Porque todos son igual de colectivistas y tratan de prohibir toda capacidad de elección del individuo que les incomode.

Roberto Arranz




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